25 octubre 2005

Pequeños amigos

Aquellos amigos que vagan por la ciudad,
con la mirada perdida y en busca de
algún alimento arrojado por las personas
en lugares inapropiados o sólo en
basurales.

Algunos te hacen
gracias con la esperanza de ser recogidos y
otros más rudos lanzan sus
ladridos, tal vez por las experiencias que han
vivido.

Mi mascota se
llama Lula o Trula según algunos mal entendidos (dicesé amigos), es media loca y
muy regalona. Vive junto a mí, suele dormir a
los pies de mi cama o más bien
busca los lugares calientes y blandos para
reposar su cuerpo peludo.

Es fiel más que muchos de nosotros, leal sin
duda creo sin
equivocarme que me aprecia, pues me cuida de una manera
desmensurada. Es una
lealtad difícil de entender.

5 comentarios:

Francisca Westphal dijo...

ES que es tan lindo tener uno de esos animalitos dando vuelta!!!! a mi, me encantan

TinoRO dijo...

Pena me dió pues Clau, leí sobre la Trula y me acordé del Tobi.

Weno de ahí le conversamos.

Tino RO

Ricarda dijo...

Insisto... dichosos ustedes que aprendieron a querer a los animales...!

Soy una desanimalada.

Kramer dijo...

Y otros, mueren en penumbra sin ser llamados...

http://cieloraso.blogspot.com/2005/10/orr-ep-por-kramer.html


atte Kramer

Eduardo Waghorn dijo...

Yo tuve un mantis religioso, hace años, era chico.
Lo confundían arteramente con palote. Su verdor era patente, aroma a pino, limón, hierbas primaverales.
Era letal a la hora de la cena,
estrangulaba a perfección sus polillas.
Era libre como los pájaros, medraba en la libustrina.
Su cabecilla triangular me miraba a diario,
(puede que mi piel le diera asco, no era escamosa...pero me aceptaba en mi inferioridad, de pieles hablando, claro...)

Una tarde no lo ví mas.
A estas alturas del partido, debe estar morando en su universo de arbustos empapados de rocío...